- Publicado: 28 Mayo 2015
El Spain Investors Day y el futuro de la economía española
Por Blas Calzada (presidente del Consejo Asesor de SID, ex-presidente de la CNMV) y Esther B. del Brío (Universidad de Salamanca).
Resumen: Desde el año 2010, con una España ya inmersa en plena crisis económica, se celebró la primera edición del Spain Investors Day (SID), la gran cita de los inversores institucionales extranjeros que se acercaban a Madrid para recibir de primera mano información sobre la realidad de las empresas españolas y de los efectos de las medias gubernamentales para salir de la crisis. Si los primeros años fueron años duros para los ministros de exteriores, de industria y de economía que han participado de forma continua en este foro, el año 2015 por fin se ha recibido por parte de los inversores extranjeros como el año de la recuperación. Ya no hay que preguntar por la prima de riesgo, el paro sigue sin retroceder, pero ya no crece, las operaciones corporativas de este año se anticipan numerosas. AENA acaba de salir a Bolsa. La situación ha cambiado, y los inversores extranjeros lo saben.
España ya no es un país a vigilar, es uno más en Europa. Y ese mensaje, utilizado por Blas Calzada, presidente del Consejo Rector del SID, expresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y uno de los más reputados economistas españoles, para resumir la gran cita del SID 2015, será el eje de este nuestro análisis de la situación (en coautoría con el propio Blas Calzada). Tomen asiento, porque el evento promete ser interesante.
La iniciativa de reunir en un evento de dos días de nuestro frío invierno a más de seiscientos inversores extranjeros en el Hotel Ritz de Madrid tenía un objetivo claro. Había que despejar las dudas sobre la realidad de la economía española en plena crisis, y para ello nada mejor que ofrecer nuestra mejor cara y presentar la realidad de las empresas cotizadas ante un nutrido grupo de inversores ávidos de noticias de primera mano sobre un país cuya prima de riesgo estaba a punto de dispararse hasta los 649 puntos. Bolsas y Mercados Españoles, BNP Paribas, Aon, Cecabank, Grant Thornton, el Grupo Prisa y el ICEX se unieron para generar este encuentro. Liderar ese evento era un reto que bien merecía la pena. El SID es una gran oportunidad para que las empresas den a conocer su realidad a los mercados, dinamicen las inversiones foráneas y, en definitiva, para impulsar la actividad económica de las compañías españolas. El SID reúne a empresas de los sectores más importantes de la economía española, como bancos, empresas tecnológicas, energéticas, de seguridad, infraestructuras, turismo.
Si triunfaba la iniciativa abriría el camino de la inversión extranjera a un país que se enfrentaba a la mayor restricción de liquidez de su historia desde los tiempos de las grandes batallas de Felipe II. Pero ahora no teníamos a bancos flamencos exigiendo grandes tipos de interés, el dinero también faltaba en el resto de Europa y la mayor parte del mundo occidental. Atraer el capital extranjero procedente no vía crédito sino como inversión en nuestros mercados bursátiles se presentaba como la mejor opción. Y el SID triunfó en su primera edición, a pesar de las grandes dificultades observadas, y ha seguido triunfando durante las tres ediciones siguientes. Las dudas se han ido despejando aunque han ido tomando otro cariz, como veremos más adelante.
La inversión extranjera no directa ha crecido en España a un ritmo del 8% desde 2010. De un círculo vicioso en el que nos encontrábamos en 2010, hemos pasado a un círculo virtuoso. Un círculo vicioso que crece en espiral, siempre que no se le ponga ninguna cortapisa. El debate ya no se centra en el rescate sino en la recuperación. La oportunidad de la recuperación es real, aunque el movimiento se produzca a ritmo muy lento, mucho más lento de lo que desearíamos todos. Las empresas comienzan a crecer, la morosidad bancaria ha disminuido, el coste de la deuda es menor. Respecto al paro, empieza a disminuir, lo que conlleva un aumento del consumo interior, tan necesario para nosotros, y simultáneamente supone un menor gasto en el pago de subsidios de desempleo. El efecto sobre la economía es inmediato. SI mantenemos la productividad y las exportaciones, la recuperación está asegurada.
Debemos evitar que se rompa el ritmo de crecimiento. La balanza por cuenta corriente debe equilibrarse, aunque aún estemos tan lejos de generar superávit. Ha surgido además un aliado no previsto, como es la caída del precio del petróleo. Y el euro se ha depreciado respecto al dólar, favoreciendo nuestras exportaciones. Draghi cumple sus compromisos desde el Banco Central Europeo, está actuando bien, supervisando y actuando de forma global para el conjunto del Eurogrupo. Ha abandonado los absurdos tests de estrés de los bancos y además está suministrando dinero. El entorno es favorable. No debemos desaprovechar la oportunidad que se nos brinda.
Dos factores podrían, no obstante, frenar el ritmo de la recuperación. El bajo crecimiento de los países de nuestro entorno, y el riesgo político que han representado partidos políticos que demandan un mayor bienestar social basado en el impago de la deuda. En Grecia ese riesgo ya se ha materializado, poniendo a las autoridades europeas en jaque. En España Podemos podría llegar a reivindicar medidas similares si llegase al poder. Pero renegociar la deuda es una tarea que se hace todos los días. A tipos de interés más bajos, a plazos más largos. Pero no pagar la deuda solo puede permitírselo países embargados como Cuba. Países que no comercializan con el exterior. Cuando nuestra economía se basa en las exportaciones, no pagar la deuda es absolutamente impensable, equivale a aceptar que nuestro nivel de renta básica baje un 30% como ocurrió en Argentina. Supone acabar con la clase media, aumentar las diferencias entre ricos y pobres. Lo que propugnan partidos como Podemos, igualar a ricos y pobres, lleva justo al efecto contrario cuando se toman medidas que no se basan en la teoría económica.
Los inversores extranjeros huyen de los países donde triunfan estas ideas. En 2014 la gran duda que planteaban los asistentes al SID era cuál sería el efecto del reto soberanista desde Cataluña. Se formulaba en voz alta en los plenos, pero también en los pasillos y en los grupos más pequeños durante los almuerzos y comidas. En 2015 la gran duda es el grupo político Podemos. Desde el exterior se percibe como un Syriza más. Decía un dicho de la Grecia clásica que “los dioses ciegan a quien quiere perder”. En el caso de Syriza, si continúan con su idea de salir del euro e impagar la deuda, van a conseguir perder a toda Grecia.
El gran problema de Europa, Grecia incluida es aumentar la productividad, y para ello el primer gran reto es la formación. Hay que formar a las personas para que seamos más productivos. Y hay que identificar nuevos sectores donde sea posible crecer. La innovación tiene que ser la apuesta segura en cualquier país desarrollado. En todo caso, EE. UU. parece salir ya de la crisis, pero los inversores están enfadados con la Reserva Federal, que sigue dando dinero demasiado barato. Alemania no está creciendo al ritmo esperado, tiene un 10% de paro y un 10% de contratos basura, los minijobs, esa situación no le aleja tanto del caso español.
La Banca tampoco debe librarse de este análisis, los bancos han dedicado los beneficios de estos pasados años a tapar huecos. Por fin este año los beneficios serán reales, el inversor extranjero confía otra vez en la banca española. Sabe que ya no se cerraban bancos a costa del Estado, sino a costa de otros bancos. Como siempre debió ser.
No obstante, probablemente el principal cambio en el SID entre 2014 y 2015 haya sido el cambio de coyuntura bursátil. El inversor extranjero quería estar en el momento adecuado para coger la subida. Y lo logrará porque además este año será el año de las operaciones corporativas. Hay que volver a considerar el pasivo, hacer fusiones, comprar empresas no cotizadas. Por fin habrá movimientos atractivos para los inversores, nacionales o extranjeros, pequeños o institucionales. En 2015 ya ha aumentado el número de transacciones. Han venido fondos de inversión más grandes y quieren involucrarse en España de forma seria. Lo hemos visto con la compra de Jazztel. También los fondos soberanos buscan inversiones en España. Pero no son cortoplacistas, por lo que buscan empresas que aporten tecnologías y ventajas a su país. Además los fondos se preocupan menos de España, al que ven como un país más, y analizan más a la empresa en particular. Los buenos analistas siempre han sabido encontrar la empresa con capacidad de crecimiento incluso en los países en recesión. ¿Va a ser Nokia un título más atractivo que Telefónica aunque España estuviese en recesión? Difícilmente. No será raro que una compañía tenga mejor rating que su propio país. Ocurrió ya con Google cuando la propia California estaba en quiebra.
Finalmente hay que analizar la situación del crédito en España. El MAB y el MARF siguen teniendo pocos incentivos y el inversor no entra con peso, pero deben existir estos mercados paralelos que rompan con la tendencia de la empresa española a acudir al crédito bancario. Los mercados pueden resolver estos problemas, pero hay que lograr que se mueva el dinero en ellos. Si la economía española entra en crecimiento, las bolsas van a ir por delante, y van a dar beneficios. Las empresas no financieras ya los están dando, y muy pronto veremos al total de nuestros bancos ya saneados. Hay que confiar en la marca España. Los inversores extranjeros que vienen al SID ya lo están haciendo. Seamos nosotros también profetas en nuestra tierra.