- Publicado: 03 Febrero 2017
El papel del economista y las expectativas de la economía internacional
Dr. Blas Calzada, extracto de su Discurso de aceptación del Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Salamanca el 20 de octubre de 2016.
En estos últimos años la profesión de economista no está pasando por sus mejores momentos. En realidad hace ya tiempo que se hacen chistes sobre los economistas y su discutible capacidad de prever el futuro, dando por supuesto que ese acierto es lo más útil que se puede esperar de ellos. Como contrapunto, y para remarcar su falta de acierto, se dice que los economistas son especialistas en pronosticar el pasado con todo detalle.
Efectivamente la economía no es una ciencia de las llamadas exactas, pero espero convencerles de que bien utilizada es de la mayor importancia para países y personas.
Un economista público se supone que debe conocer muy bien la Teoría Económica que es la base científica de su profesión.
Como es bien sabido se han construido modelos de macro y micro-economía que responden a ese anhelo, pero solo si se cumplen condiciones no demasiado compatibles con la realidad. Se puso una gran esperanza en la econometría para saber de manera científica las relaciones existentes entre fenómenos económicos. La econometría puso en evidencia que las relaciones no son estables y que la confianza estadística de las funciones así obtenidas era bastante pobre. Lo que ya se había concluido de manera menos matemática.
En el último siglo y sobre todo a partir de la Segunda Guerra Mundial, las preocupaciones de los gobiernos por la situación económica han ido en aumento hasta llegar a ser las principales bases de los programas de los partidos políticos en los países democráticos, y las principales promesas de los dictadores. Lo prometido en ambos casos es un crecimiento que conduzca a la riqueza y un cuidado para todos del estado en necesidades básicas.
En el proceso de paso del ahorro a la inversión a través de colocaciones financieras ha habido y hay malentendidos, fallos y fraudes derivados de la falta de formación financiera de los ahorradores. La educación en este campo está preocupando de manera creciente a las autoridades. Hay que decir que cada vez que se invierte y falla la inversión o es un fraude, no solo se perjudica el afectado sino que parte del ahorro se esteriliza y hay un efecto depresivo en el conjunto de la economía.
Con estos mimbres, que no son pocos, los economistas analizamos la situación de la economía y podemos juzgar su buen funcionamiento o su deterioro. Y la adecuación de las políticas económicas en cada caso. Esta es, al fin y al cabo, la utilidad de la economía como ciencia.
En los últimos años varios historiadores de la economía han calculado el PIB español desde 1850. Siguiendo las cifras de Maluquer, que es el más generoso con los primeros años de la serie, entre 1850 y 1960 el PIB por habitante en euros de 2010 se multiplicó por 2,7 de lo que 0,9 puntos se consiguieron en la última década, de 1950-60. Contra este resultado de 110 años en los siguientes 15 años, entre 1960 y 1975, el PIB de multiplicó por 2,5. Durante los primeros 110 años hubo mejoras tecnológicas de gran consideración que en España no se difundieron por problemas de políticas económicas inadecuadas. Un análisis correcto de la situación de la economía y unas políticas adecuadas a partir de 1959 permitió el gran crecimiento de los siguientes quince años, al difundir la productividad en nuestro país a través de la adopción de tecnologías ya existentes. Entre 1975 y 2007 el PIB por persona se volvió a casi duplicar por la misma razón. En cambio perdió un 7% del 2007 hasta 2014 por una política económica desafortunada, como consecuencia de un mal análisis en el momento adecuado.
Para alcanzar dicho fin de programas políticos y las promesas de todo dirigente, se considera imprescindible la intervención del Estado como impulsor del crecimiento y distribuidor de las rentas generadas ya que, en principio y por rara unanimidad, se piensa que sin esa intervención la distribución sería injusta. Las políticas de impuestos, subvenciones y reglamentaciones con este fin han hecho del estado un actor tan importante en la economía que ni los empresarios ni los consumidores pueden hacerle competencia.
La verdad es que el crecimiento de las economías depende de la existencia y difusión del desarrollo tecnológico y su adaptación a las condiciones de la economía del momento por medio de una correcta política económica.
En mi opinión el mundo atraviesa en estos momentos, unas circunstancias que exigirían mejores conocimientos económicos tanto teóricos como de análisis profundo. Tenemos una población mundial con demasiados jóvenes sin trabajo y con unos ancianos que gracias a la mejora de la medicina y condiciones de vida, viven más allá de lo que permiten los ingresos por pensiones, si es que gozan de ellas. Una globalización quizá precipitada, y de la que, en muchas naciones hay grandes grupos que están arrepentidos e intentan una imposible marcha atrás. Un tipo de interés sin riesgo próximo a cero que no es sostenible y que para ello bancos centrales de la mayor importancia están monetizando deuda pública de pago muy difícil. Un avance tecnológico insuficiente y que destruye más puestos de trabajo de los que crea. Una situación de la Unión Europea en la que hay más problemas que nunca. En estas circunstancias no hace falta ser Keynes para deducir que hay un riesgo no desdeñable de que se deriven consecuencias políticas y sociales no deseables de esta situación.
La situación internacional y la propia de nuestro país, hace necesario, más que nunca, tener la mayor seguridad posible al tomar decisiones, considerar las consecuencias de una política determinada, o de no tomar ninguna resolución cuando hace falta hacerlo, de advertir de los riesgos a los responsables y por último y aun mas importante, explicar a los ciudadanos la situación, las eventuales medidas a tomar y sus costes sociales y económicos.
Me gustaría mucho que un grupo adecuado de economistas sin ideologías previas y con el apoyo del mundo universitario, utilizando los datos obtenidos de las fuentes oficiales, unidos a otras informaciones de estudios de todo el mundo, elaborase un informe sobre la situación actual y los riesgos exteriores e interiores que corre la economía española.
Idealmente debería seguirse con un trabajo continuo para seguir estudiando novedades, y una labor crítica sobre la política económica de los gobiernos, y las explicaciones pertinentes a los ciudadanos. Debería completarse además, con una búsqueda constante de informaciones sobre los avances tecnológicos y científicos susceptibles de convertirse en avances tecnológicos, también con el auxilio indispensable del mundo universitario. Todo ello al alcance de empresas y ciudadanos.
La última crisis nos pilló por sorpresa y las autoridades no reaccionaron a tiempo y estamos sufriendo las consecuencias. Es una experiencia que no debe repetirse nunca más. Pero el que a mí me parezca oportuna esa iniciativa no quiere decir que se vaya a realizar ese propósito, pero intentaremos que sea una realidad.