- Publicado: 03 Noviembre 2010
Un paseo para la memoria
Salamanca, que enhechiza...
Salamanca, ciudad castellana de fuerte raigambre histórico e incierto origen fundacional, se perpetúa como importante centro de atracción cultural. Su densa monumentalidad ha soportado el paso del tiempo y la historia, dando sentido a su declaración por la UNESCO, en 1988, como Ciudad Patrimonio de la Humanidad.
Un ilustre compañero de viaje
Penetrando por el más antiguo de sus vestigios, el Puente Romano que surca las aguas del Tormes, cual Lazarillo atravesamos la Puerta de Aníbal para descubrir el “bosque de piedra” unamuniano. De él surgirán rincones inolvidables para la memoria del viajero ávido de conocimiento. Y recorriendo calles y plazas del antiguo recinto amurallado, quedamos sorprendidos a cada paso. No son una, sino dos, las catedrales que se alzan majestuosas, dibujando el perfil de la ciudad. Una, “vieja” y románica; la otra, “nueva” y gótica, origen de las Escuelas Catedralicias, germen de la Universidad.
Una monarquía protectora y culta
Al amparo de la sede episcopal, surgen los edificios más emblemáticos del actual patrimonio universitario: el Hospital del Estudio, actual Rectorado; el Patio de Escuelas Menores, que hoy cobija el famoso Cielo de Salamanca; y el célebre Edificio Histórico, donde se impartía la docencia y que alberga la impresionante Biblioteca, auténtico templo del saber. Pocos privilegiados completaban su formación en los Colegios Mayores, entre los cuales hoy admiramos el de Anaya —también conocido como de San Bartolomé—, donde se instruyeron inquisidores, oidores y virreyes del Imperio, y el de Fonseca o Colegio de los Irlandeses, de ilustre memoria y belleza singular.
Una real presencia de huella imborrable
Pasados los años, el esplendor humanista de la institución académica salmantina promovió el desarrollo urbanístico de la ciudad. Se construyeron iglesias, monasterios y conventos pertenecientes a diferentes órdenes religiosas. En este marco, adquieren especial protagonismo el convento y la iglesia de San Esteban —de los Dominicos— y el colegio e iglesia del Espíritu Santo —perteneciente a la Compañía de Jesús—.
En el convento de San Esteban tuvo que producirse el encuentro entre el marinero genovés Cristóbal Colón y los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, mecenas de su viaje a las Indias, mediando para ello Diego de Deza, tutor del Infante Don Juan, heredero al trono de Castilla. Ilustre dominico fue, también, Francisco de Vitoria, defensor de los derechos de los indígenas y fundador de la Escuela de Salamanca. Y fueron los muros de este convento los que, así mismo, ofrecieron confesión a Teresa de Jesús, la santa andariega, reformadora de la orden carmelitana.
Los jesuitas también contaron con el patrocinio real de Margarita de Austria, esposa de Felipe III, para levantar en la ciudad el mayor conjunto monumental de la orden construido en España, muy cercano a las aulas donde se formó como estudiante el santo fundador, Ignacio de Loyola. En la actualidad, estas dependencias constituyen la sede de la Universidad Pontificia.
Entre el misticismo y la apacibilidad de sus gentes
Junto a dominicos y jesuitas, otras órdenes religiosas contribuyeron a consolidar el pensamiento espiritual de la España de la Contrarreforma. En el plano artístico, debe mencionarse el convento de las madres Agustinas Recoletas, fundado por el VI Conde de Monterrey, don Manuel de Zúñiga y Fonseca. Amante de la cultura clásica italiana, promueve en su ciudad natal la construcción de un soberbio edificio religioso de puro estilo barroco napolitano. En su interior contemplamos la obra pictórica de grandes maestros del siglo XVIII, con el lienzo de La Inmaculada, de José de Ribera, presidiendo todo el conjunto.
Muchos otros fueron los nobles e ilustres salmantinos que quisieron embellecer la ciudad con la grandeza de sus casas y palacios. Afamados son por su arquitectura, leyenda e historia: el Palacio de Monterrey —propiedad de la Casa de Alba—, el Palacio de La Salina —familia Messía y Fonseca—, la Casa de las Conchas —linaje de los Maldonado—, la Casa de las Muertes —arquitectos Álava— y tantos otros.
El principal mentidero...
Pero la imagen que identifica a la ciudad es, sin duda alguna, la magnífica Plaza Mayor, de estilo churrigueresco, sin parangón con otras plazas españolas. Su bullir diario de estudiantes, pícaros y tunantes se entremezcla con el caminar pausado de vecinos y foráneos que encuentran en ella un lugar para la charla amistosa, el descanso plácido en terrazas o la degustación de exquisitas "tapas" en los bares que la circundan.
Este año se conmemora el 250 Aniversario de la Plaza Mayor. Por este motivo, el Ayuntamiento de Salamanca ha creado un Programa Cultural titulado “Salamanca 2005. Plaza Mayor de Europa”. Bajo este marco se engloban conciertos, obras de teatro, espectáculos de danza, exposiciones, congresos, etc.
Toda la ciudad es un escenario literario. Así lo han pregonado poetas, novelistas, dramaturgos, ensayistas, etc. Lugares reconocidos como la Cueva de Salamanca, el Huerto de Calixto y Melibea, el toro y el Puente Romano, la calle del Ataúd, las aulas universitarias, etc., quedaron inmortalizados en la obra de autores tales como Cervantes, Fernando de Rojas, Fray Luis de León, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Ruiz de Alarcón, Espronceda o Unamuno, formando todo ello parte de nuestra memoria literaria.
... y un título que ennoblece
Esta “Atenas castellana”, esta “Roma la chica”, se abre al nuevo milenio con la celebración de un acontecimiento cultural de gran envergadura: la Capitalidad Europea de la Cultura de 2002, que supone un reconocimiento al papel desempeñado por la ciudad y su Universidad en el contexto histórico europeo y, por extensión, en el continente americano, al igual que en el siglo XIII hiciera el Papa Alejandro IV, proclamando a Salamanca como “una de las cuatro lumbreras de Occidente”.
Capital europea de la culturaSalamanca fue en el año 2002 Capital Europea de la Cultura. Esta decisión de la Unión Europea se fundamentó en las principales características de la ciudad: Salamanca sobresale como ciudad universitaria y por su rico patrimonio histórico y artístico, que llevó a su declaración como Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Además, la Salamanca contemporánea puede definirse como una ciudad abierta, cosmopolita y con una rica actividad cultural. Forma parte del contenido esencial de Salamanca, en lugar destacado, su consideración como ciudad de encuentros y saberes, como ciudad del pensamiento, que nace de su inseparable naturaleza universitaria, adquirida en los albores del siglo XIII, y de su vocación internacionalista. El pensamiento halló en Salamanca su sede. A ello se debe su presencia desde siempre en los momentos fundamentales del progreso de las ideas, del Derecho, de las Humanidades, de la Medicina, de las Ciencias, etc. La Capitalidad Cultural Europea es un aliciente más para acudir a Salamanca y disfrutar de una ciudad ilusionada que ha realizado un ambicioso plan de inversiones en infraestructuras culturales y que continúa con una programación cultural extraordinaria. |