Por Blas Calzada (presidente del Consejo Asesor de SID, ex-presidente de la CNMV) y Esther B. del Brío (Universidad de Salamanca).
Resumen: Desde el año 2010, con una España ya inmersa en plena crisis económica, se celebró la primera edición del Spain Investors Day (SID), la gran cita de los inversores institucionales extranjeros que se acercaban a Madrid para recibir de primera mano información sobre la realidad de las empresas españolas y de los efectos de las medias gubernamentales para salir de la crisis. Si los primeros años fueron años duros para los ministros de exteriores, de industria y de economía que han participado de forma continua en este foro, el año 2015 por fin se ha recibido por parte de los inversores extranjeros como el año de la recuperación. Ya no hay que preguntar por la prima de riesgo, el paro sigue sin retroceder, pero ya no crece, las operaciones corporativas de este año se anticipan numerosas. AENA acaba de salir a Bolsa. La situación ha cambiado, y los inversores extranjeros lo saben.
España ya no es un país a vigilar, es uno más en Europa. Y ese mensaje, utilizado por Blas Calzada, presidente del Consejo Rector del SID, expresidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y uno de los más reputados economistas españoles, para resumir la gran cita del SID 2015, será el eje de este nuestro análisis de la situación (en coautoría con el propio Blas Calzada). Tomen asiento, porque el evento promete ser interesante.
La iniciativa de reunir en un evento de dos días de nuestro frío invierno a más de seiscientos inversores extranjeros en el Hotel Ritz de Madrid tenía un objetivo claro. Había que despejar las dudas sobre la realidad de la economía española en plena crisis, y para ello nada mejor que ofrecer nuestra mejor cara y presentar la realidad de las empresas cotizadas ante un nutrido grupo de inversores ávidos de noticias de primera mano sobre un país cuya prima de riesgo estaba a punto de dispararse hasta los 649 puntos. Bolsas y Mercados Españoles, BNP Paribas, Aon, Cecabank, Grant Thornton, el Grupo Prisa y el ICEX se unieron para generar este encuentro. Liderar ese evento era un reto que bien merecía la pena. El SID es una gran oportunidad para que las empresas den a conocer su realidad a los mercados, dinamicen las inversiones foráneas y, en definitiva, para impulsar la actividad económica de las compañías españolas. El SID reúne a empresas de los sectores más importantes de la economía española, como bancos, empresas tecnológicas, energéticas, de seguridad, infraestructuras, turismo.
Si triunfaba la iniciativa abriría el camino de la inversión extranjera a un país que se enfrentaba a la mayor restricción de liquidez de su historia desde los tiempos de las grandes batallas de Felipe II. Pero ahora no teníamos a bancos flamencos exigiendo grandes tipos de interés, el dinero también faltaba en el resto de Europa y la mayor parte del mundo occidental. Atraer el capital extranjero procedente no vía crédito sino como inversión en nuestros mercados bursátiles se presentaba como la mejor opción. Y el SID triunfó en su primera edición, a pesar de las grandes dificultades observadas, y ha seguido triunfando durante las tres ediciones siguientes. Las dudas se han ido despejando aunque han ido tomando otro cariz, como veremos más adelante.
La inversión extranjera no directa ha crecido en España a un ritmo del 8% desde 2010. De un círculo vicioso en el que nos encontrábamos en 2010, hemos pasado a un círculo virtuoso. Un círculo vicioso que crece en espiral, siempre que no se le ponga ninguna cortapisa. El debate ya no se centra en el rescate sino en la recuperación. La oportunidad de la recuperación es real, aunque el movimiento se produzca a ritmo muy lento, mucho más lento de lo que desearíamos todos. Las empresas comienzan a crecer, la morosidad bancaria ha disminuido, el coste de la deuda es menor. Respecto al paro, empieza a disminuir, lo que conlleva un aumento del consumo interior, tan necesario para nosotros, y simultáneamente supone un menor gasto en el pago de subsidios de desempleo. El efecto sobre la economía es inmediato. SI mantenemos la productividad y las exportaciones, la recuperación está asegurada.
Debemos evitar que se rompa el ritmo de crecimiento. La balanza por cuenta corriente debe equilibrarse, aunque aún estemos tan lejos de generar superávit. Ha surgido además un aliado no previsto, como es la caída del precio del petróleo. Y el euro se ha depreciado respecto al dólar, favoreciendo nuestras exportaciones. Draghi cumple sus compromisos desde el Banco Central Europeo, está actuando bien, supervisando y actuando de forma global para el conjunto del Eurogrupo. Ha abandonado los absurdos tests de estrés de los bancos y además está suministrando dinero. El entorno es favorable. No debemos desaprovechar la oportunidad que se nos brinda.
Dos factores podrían, no obstante, frenar el ritmo de la recuperación. El bajo crecimiento de los países de nuestro entorno, y el riesgo político que han representado partidos políticos que demandan un mayor bienestar social basado en el impago de la deuda. En Grecia ese riesgo ya se ha materializado, poniendo a las autoridades europeas en jaque. En España Podemos podría llegar a reivindicar medidas similares si llegase al poder. Pero renegociar la deuda es una tarea que se hace todos los días. A tipos de interés más bajos, a plazos más largos. Pero no pagar la deuda solo puede permitírselo países embargados como Cuba. Países que no comercializan con el exterior. Cuando nuestra economía se basa en las exportaciones, no pagar la deuda es absolutamente impensable, equivale a aceptar que nuestro nivel de renta básica baje un 30% como ocurrió en Argentina. Supone acabar con la clase media, aumentar las diferencias entre ricos y pobres. Lo que propugnan partidos como Podemos, igualar a ricos y pobres, lleva justo al efecto contrario cuando se toman medidas que no se basan en la teoría económica.
Los inversores extranjeros huyen de los países donde triunfan estas ideas. En 2014 la gran duda que planteaban los asistentes al SID era cuál sería el efecto del reto soberanista desde Cataluña. Se formulaba en voz alta en los plenos, pero también en los pasillos y en los grupos más pequeños durante los almuerzos y comidas. En 2015 la gran duda es el grupo político Podemos. Desde el exterior se percibe como un Syriza más. Decía un dicho de la Grecia clásica que “los dioses ciegan a quien quiere perder”. En el caso de Syriza, si continúan con su idea de salir del euro e impagar la deuda, van a conseguir perder a toda Grecia.
El gran problema de Europa, Grecia incluida es aumentar la productividad, y para ello el primer gran reto es la formación. Hay que formar a las personas para que seamos más productivos. Y hay que identificar nuevos sectores donde sea posible crecer. La innovación tiene que ser la apuesta segura en cualquier país desarrollado. En todo caso, EE. UU. parece salir ya de la crisis, pero los inversores están enfadados con la Reserva Federal, que sigue dando dinero demasiado barato. Alemania no está creciendo al ritmo esperado, tiene un 10% de paro y un 10% de contratos basura, los minijobs, esa situación no le aleja tanto del caso español.
La Banca tampoco debe librarse de este análisis, los bancos han dedicado los beneficios de estos pasados años a tapar huecos. Por fin este año los beneficios serán reales, el inversor extranjero confía otra vez en la banca española. Sabe que ya no se cerraban bancos a costa del Estado, sino a costa de otros bancos. Como siempre debió ser.
No obstante, probablemente el principal cambio en el SID entre 2014 y 2015 haya sido el cambio de coyuntura bursátil. El inversor extranjero quería estar en el momento adecuado para coger la subida. Y lo logrará porque además este año será el año de las operaciones corporativas. Hay que volver a considerar el pasivo, hacer fusiones, comprar empresas no cotizadas. Por fin habrá movimientos atractivos para los inversores, nacionales o extranjeros, pequeños o institucionales. En 2015 ya ha aumentado el número de transacciones. Han venido fondos de inversión más grandes y quieren involucrarse en España de forma seria. Lo hemos visto con la compra de Jazztel. También los fondos soberanos buscan inversiones en España. Pero no son cortoplacistas, por lo que buscan empresas que aporten tecnologías y ventajas a su país. Además los fondos se preocupan menos de España, al que ven como un país más, y analizan más a la empresa en particular. Los buenos analistas siempre han sabido encontrar la empresa con capacidad de crecimiento incluso en los países en recesión. ¿Va a ser Nokia un título más atractivo que Telefónica aunque España estuviese en recesión? Difícilmente. No será raro que una compañía tenga mejor rating que su propio país. Ocurrió ya con Google cuando la propia California estaba en quiebra.
Finalmente hay que analizar la situación del crédito en España. El MAB y el MARF siguen teniendo pocos incentivos y el inversor no entra con peso, pero deben existir estos mercados paralelos que rompan con la tendencia de la empresa española a acudir al crédito bancario. Los mercados pueden resolver estos problemas, pero hay que lograr que se mueva el dinero en ellos. Si la economía española entra en crecimiento, las bolsas van a ir por delante, y van a dar beneficios. Las empresas no financieras ya los están dando, y muy pronto veremos al total de nuestros bancos ya saneados. Hay que confiar en la marca España. Los inversores extranjeros que vienen al SID ya lo están haciendo. Seamos nosotros también profetas en nuestra tierra.
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Durante este mes la Fundación General de la Universidad de Salamanca, en el marco del programa de Empresas Amigas, tuvo la oportunidad de colaborar con el Consulado de Benín (África) en la organización de un Networking Empresarial a través de una Exposición de Fotografía, en las instalaciones de la Escuela Municipal de Hostelería de Santa Marta, gracias a la colaboración de su Ayuntamiento.
Esta exposición itinerante se expuso en primer lugar en las instalaciones de la Escuela Municipal de Hostelería de Santa Marta, del 6 al 12 de mayo y en la Empresa Amiga de la Universidad de Salamanca, el “C.C. El Tormes” del 13 al 29 de mayo.
El día 6 de la inauguración se celebró además un Networking empresarial con Benín (África), que contó con la presencia de la Cónsul de Benín, Sara de Andrés; el Vicecónsul, Doris Maller; y el responsable de relaciones públicas del Consulado de Benín, German Martínez-Falero. Este evento fue patrocinado por el Banco de Santander, Feltrero y la Escuela Municipal de Hostelería de Santa Marta. Para la ocasión, se contó con la colaboración de las ponencias de las Empresas Amigas de la Universidad de Salamanca que explicaron las Oportunidades y herramientas para la internacionalización. Se contó, entre otras, con las presentaciones del Banco de Santander, Novadelta, Bureauveritas, García Domínguez Patentes y Marcas, Global Exchange, RB Solución y Conflictos, Quesería La Antigua, Hera Ediciones, Grupo Finsa…
NETWORKING EMPRESARIAL CON EL CONSULADO DE BENÍN (ÁFRICA) A TRAVÉS DE UNA EXPOSICIÓN FOTOGRÁFICA
Este proyecto del consulado tiene como objetivo el sensibilizar y dar a conocer el país de Benín. La exposición itinerante está compuesta por 42 fotografías que el consulado pone a disposición de ayuntamientos, entidades públicas y privadas, aeropuertos, centros culturales, salas de exposición, mercados y centros comerciales, eventos en colegios y universidades... en definitiva, para todo aquel que quiera colaborar en la tarea de fomentar el conocimiento sobre el continente africano.
Ver galería de fotosPrograma de Quesería La Antigua para el desarrollo de actividades educativas dirigidas a centros de Salamanca y su provincia. En este programa habrá talleres, conferencias,... para centros de educación infantil, primaria, secundaria, bachillerato y FP.
Ver todas en Flickr.
Ver más información del programa EDUCA.
Jesús Baz Rodríguez
Profesor Titular de Derecho del Trabajo. Investigador del Instituto Multidisciplinar de Empresa (IME). Universidad de Salamanca.
Luis Rodríguez Domínguez
Profesor Titular del Dpto. de Administración y Economía de la Empresa. Investigador del Instituto Multidisciplinar de Empresa (IME). Universidad de Salamanca.
Ya desde antes de las últimas reformas normativas acaecidas a partir del año 2012, la legislación laboral ha venido contemplado la posibilidad de que las empresas acudan a medidas de reducción de sus plantillas de trabajadores, no sólo para hacer frente a situaciones económicas negativas, llamémoslas “actuales” (crisis de resultados, centralmente debidas a la existencia de pérdidas de explotación en el plano contable); cuanto también para corregir o hacer frente a cambios sobrevenidos de las circunstancias que afectan a la empresa, y que puedan llegar a dificultar su eficiencia como organización compuesta de medios humanos y materiales, y su propia viabilidad futura como proyecto empresarial rentable (crisis de explotación o de funcionamiento). El ajuste empresarial, por la vía de la reducción del volumen de empleo, precisamente como respuesta anticipada a una posible situación de pérdidas futuras, resulta, pues, una técnica de gestión económica y laboral normalizada por el ordenamiento jurídico. Una auténtica facultad empresarial, en suma, que exige, no obstante, el sometimiento de la decisión empresarial a unas causas y procedimientos legalmente descritos, así como, desde luego, la existencia de compensaciones para los trabajadores afectados, en forma de indemnizaciones por despido, aun cuando se estime o reconozca la procedencia de los mismos: 20 días de salario por año de servicio, con un máximo de 12 mensualidades.
Nos centraremos en este comentario en la descripción de las causas que justifican legalmente la adopción de tales medidas de ajuste laboral: las denominadas causas “técnicas, organizativas o de producción”. Conviene señalar, a este respecto, antes de profundizar en su exégesis, que tales cambios sobrevenidos de circunstancias pueden igualmente justificar la adopción alternativa de otro tipo de medidas empresariales menos “traumáticas” para los trabajadores que los despidos, tales como:
Es importante señalar el hecho de que no exige actualmente la legislación laboral, empero, que se acuda primeramente a dichas medidas menos traumáticas, o que se descarte su utilidad, como requisito previo para que resulte legítimo el recurso a los despidos. Sí se exige, en cambio, cuando el despido sea colectivo en los términos legalmente descritos, negociar de buena fe la propuesta de despido con los representantes del personal. Así las cosas, será en el periodo de consultas donde dichos representantes podrán plantear que la respuesta a las necesidades empresariales de ajuste laboral se canalice a través de esas otras vías menos traumáticas, correspondiendo a la empresa la obligación de negociar de buena fe con respecto a la no consideración de tales alternativas.
Según la legislación laboral vigente, se entiende que concurren causas técnicas para despedir, cuando se produzcan cambios, entre otros, en el ámbito de los medios o instrumentos de producción; causas organizativas, cuando se produzcan cambios, entre otros, en el ámbito de los sistemas y métodos de trabajo del personal, o en el modo de organizar la producción; y causas productivas, cuando se produzcan cambios, entre otros, en la demanda de los productos o servicios que la empresa pretende colocar en el mercado.
Por poner ejemplos concretos, concurrirá, así pues, una causa de tipo técnico cuando la empresa, como consecuencia de la adquisición de maquinaria, equipación informática, instrumentos técnicos o tecnológicos anteriormente no disponibles, sustitución de bienes de equipo por instrumentos productivos novedosos o más avanzados, etc. no necesite el mismo volumen de mano de obra que anteriormente para operar con igual o superior eficiencia. La causa del despido, en cambio, será de tipo organizativo cuando, de manera no necesariamente derivada de lo anterior, la empresa adopte nuevas formas de organización de sus procesos productivos en búsqueda de una mayor eficiencia o rentabilidad, que redunden en una menor necesidad de mano de obra. Los tribunales suelen admitir como causa organizativa, incluso la sustitución de mano de obra propia por la subcontratación de actividades para la cobertura de las mismas funciones, cuando ello implique precisamente una organización más viable y eficiente de la estructura productiva. O en fin, concurrirá una causa productiva cuando hayan existido variaciones significativas (obviamente, a la baja) en la demanda de los productos o servicios que la empresa pone habitualmente en el mercado, las cuales justifiquen precisamente un adelgazamiento de la plantilla en consonancia o como respuesta a las mismas.
Para acreditar la concurrencia de alguna de las circunstancias recién señaladas (esto es, como se ha visto en todos los casos, cambios sobrevenidos de circunstancias que afecten a la eficiencia, rentabilidad y buena organización empresarial, haciendo gravoso, irrazonable o especialmente oneroso el mantenimiento de los contratos), se requiere cumplimentar una memoria explicativa en relación con las medidas extintivas que la empresa pretenda llevar a cabo, junto con el oportuno informe técnico que acredite, en concreto, cuál es la causa o causas (técnica, organizativa o de producción) que concurren en cada caso. Frente a la falta de claridad en la norma, son los tribunales del orden jurisdiccional social los que han acabado decantándose por interpretar que el informe técnico ha de constituir un documento, en principio, independiente de la Memoria, aunque pueda eventualmente encontrarse indexado a la misma. Dicho informe, desde luego, puede ser elaborado por la propia empresa, pero será más conveniente y recomendable, especialmente en el caso de despidos colectivos, que se encargue su elaboración a sujetos o expertos externos a la propia organización empresarial, en atención a razones de objetividad y de imparcialidad. Se trata, en definitiva, de que en el informe técnico se acredite la concurrencia de la causa y en la memoria explicativa se justifique la decisión extintiva interrelacionándola con la causa que la justifica.
Debe señalarse, en este sentido, la gran relevancia que, llegado el caso de una demanda planteada por cualesquiera de los sujetos o instancias legitimados, puede tener, en todos los casos, el control judicial a posteriori de la medida extintiva. Control que puede versar tanto sobre la concurrencia de la causa de los despidos, ya sean estos individuales o colectivos, como también sobre los requisitos formales y procedimentales necesarios según cada caso. Centrándonos en el plano del control causal, señalar para finalizar, de modo muy sintético, que los tribunales laborales, tras la reforma de 2012 no efectúan ya juicios teleológicos o finalistas: prescinden, en definitiva, de valorar si, de manera prospectiva, la medida extintiva servirá o no de manera eficaz para situar a la empresa en una senda de competitividad o de preservación futura del empleo. No obstante, la valoración judicial dista de ser una mera constatación mecánica de hechos o circunstancias sobrevenidas, desplegándose, por parte de los Magistrados del Orden jurisdiccional social un triple juicio de realidad, entidad y adecuación o proporcionalidad de la medida en relación con la causa o causas legales habilitantes para efectuar los despidos.
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